En nuestros contenidos anteriores habréis visto que utilizamos palabras como calorías, grasas, aditivos… y tratamos temas sobre nutrición y dietas. Ahora nos gustaría abordar un término menos común, pero también importante para nuestra alimentación: la palatabilidad. Y ¿Qué es eso de la palatabilidad? Según la RAE (Real Academia de la Lengua Española), la palatabilidad se define como la cualidad de un plato de ser grato al paladar.

Las espinacas de Popeye “el Marino”

Os vamos a poner un ejemplo para que lo entendáis mejor. Cuando éramos pequeños, a muchos no nos gustaban las espinacas, y lo de “¡Tómatelas para ponerte fuerte como Popeye!” no siempre funcionaba. Es más, los niños de ahora no saben ni siquiera quién es Popeye.

Para salir del paso, nuestras madres descubrieron que, si las pasaban por la batidora, la textura no nos resultaría tan extraña y nos las podríamos tomar con menos remilgos. Finalmente, y gracias a este truco muchas madres y padres han conseguido que sus hijos comieran y sigan comiendo “de todo”.

Otro ejemplo, esta vez menos sano, sería la gente que añade kétchup o salsas prefabricadas a determinadas comidas, para disimular otros sabores o darles un toque especial cuando éstas resultan más sosas o menos apetecibles. De esta forma logran comer esos alimentos con más ganas, y, por consiguiente, en mayores cantidades. Vamos, para que el niño se termine el plato.

Palatabilidad = alimentos atractivos y agradables

En resumidas cuentas, un plato es “palatable” cuando se prepara de tal forma que tenga texturas y sabores agradables. Todo consiste en atraer, en engañar a nuestro cerebro. Porque el hambre está regulado por hormonas, que están directamente relacionadas con el placer.

Cuando tomamos algo que nos gusta poco o, directamente, no nos gusta, se generan pocas hormonas y por lo tanto se pierden esas ganas por seguir comiendo. Es por este motivo que cuando toca pizza para cenar nos ponemos “a reventar”, pero si es algo que no nos gusta tanto, casualmente comemos menos.

Ahora bien… ¿Qué tiene que ver la palatabilidad con nuestros zumos?

Para lograr la palatabilidad de nuestros zumos, utilizamos presión en frío y así exprimimos hasta la última gota de jugo y evitamos la pulpa, que a mucha gente le resulta incómoda.

Esta es la manera en la que el producto mantiene la máxima calidad y no se oxida ni se degrada, lo que ocurriría si trituráramos la fruta o si la batiéramos. Se haría puré y el calor de la rotación de las cuchillas comenzaría a degradar el producto. Con esta técnica se obtiene un zumo de frutas o verduras sin alterarlo organolépticamente (color, sabor, olor, textura…). Otra palabra complicada, pero muy oportuna para explicarnos bien.

Si lo que te hemos explicado te convence, ponte manos a la obra. Elige nuestros zumos como una bebida totalmente sana, y, ahora, que llega el verano, además refrescante. Recuerda que precisamente con el calor, debemos estar siempre muy bien hidratados.

¡Saludos y vitaminas!

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